¡Ay, Don Osvaldo, si yo pudiera, pondría un clavel rojo sobre cada piano de Buenos Aires!
Lo queremos, maestro, le juro que lo queremos, aunque se haya perdido tanto el sentido de la belleza, de la solidaridad, el amor, la amistad, la vida.
Yo no sé cómo vamos a hacer, maestro, pero es responsabilidad de todos los que lo queremos que nos unamos para hacer tronar La Yumba.
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